¿TE IMAGINAS UN MUNDO SIN ANESTESIA?

Hablar de ANESTESIA es hablar de PROGRESO.

Antes, la cirugía era un aterrador último recurso en un intento final de salvar la vida. Pocas operaciones eran posibles. La cirugía superficial, la amputación, la eliminación de hongos en los cánceres y el "corte por piedra" (la extracción de cálculos de la vejiga) eran realmente las únicas áreas en las que el cirujano podía ejercer. El interior del abdomen, el tórax y el cráneo eran zonas prohibidas. La velocidad era el único factor determinante del éxito de un cirujano. La mayoría de los pacientes eran sujetados o atados, algunos se desmayaban por la agonía y muchos morían en la mesa o inmediatamente después de la operación. El sufrimiento era intenso.

La introducción de la anestesia cambió todo esto. Hoy resulta difícil comprender la importancia de este avance, pero así fue como la cirugía pudo ralentizarse, hacerse más precisa y adentrarse en las "zonas prohibidas". 

La anestesia revolucionó la medicina, permitiendo intervenciones más seguras y humanas. De esta manera, la evolución de la práctica quirúrgica ha ido siempre de la mano del progreso en la anestesia; y hoy, gracias a ella, millones de personas pueden ser operadas sin dolor ni sufrimiento.

Desde Sedalux pensamos que ese progreso pasa por cambiar procesos y buscar siempre mejoras, estar abiertos a la evolución y no tener miedo al cambio, puesto que “el respeto excesivo por el pasado puede ser el peor enemigo del futuro”. La próxima vez que entres a un quirófano, recuerda lo que significaba una cirugía en el pasado y valora el increíble progreso que nos ha traído hasta aquí.

¿Te imaginas un mundo sin anestesia? Nosotros tampoco 😉

EL DOLOR EMOCIONAL: MÁS ALLÁ DE LA HERIDA FÍSICA

El dolor, según la Asociación Internacional para el Estudio del Dolor (IASP), es una experiencia sensorial y emocional desagradable asociada (o similar a la asociada) con daño tisular real o potencial. Sin embargo, no toda experiencia de dolor tiene un origen físico; el dolor tiene otras dimensiones o componentes que juegan un papel fundamental en la percepción del dolor y en cómo lo experimentamos. Y, en base a ello, clasificamos el dolor en 3 tipos: dolor físico, dolor emocional y dolor psicológico.

Diferencia entre dolor emocional y dolor psicológico

El dolor emocional es una experiencia subjetiva en la que la persona tiene una herida que nadie ve. Las causas pueden ser diferentes: un amor no correspondido, una ruptura de pareja, un cambio de ciudad, el despido de un trabajo... Independientemente de la causa, tiene su origen en no saber gestionar el cambio de vida y en no disponer de los recursos necesarios para afrontar la nueva situación.

El dolor psíquico, psicológico o psicógeno puede parecer lo mismo que el dolor emocional, pero no es exactamente así. El dolor psicológico es el que se conoce como somatización del dolor (o “trastorno de dolor persistente somatomorfo”), que tiene su origen en un estado emocional (estrés, ansiedad, tristeza, etc.) y se refleja a nivel físico o en forma de enfermedad.

El dolor emocional del amor no correspondido

El amor no correspondido es un claro ejemplo de dolor emocional, una experiencia que, aunque no se manifieste en una herida visible, puede ser igual de intensa que el dolor físico. El rechazo, la pérdida y la desilusión pueden activar las mismas regiones cerebrales implicadas en el dolor físico, lo que demuestra que el sufrimiento emocional es una forma legítima de dolor.

Es importante diferenciar entre dolor y sufrimiento. Mientras que el dolor es una respuesta natural del organismo ante una agresión o una amenaza, el sufrimiento es la interpretación que hacemos de esa experiencia. El sufrimiento nace de nuestra resistencia al dolor, de la lucha contra lo que sentimos o de la dificultad para aceptar la realidad tal como es. En este sentido, aunque no siempre podemos evitar el dolor, sí podemos aprender a gestionar el sufrimiento, transformándolo en una oportunidad de crecimiento y resiliencia.

“El dolor es inevitable, el sufrimiento es opcional” (Siddharta Gautama)

Enfrentar el dolor emocional requiere reconocerlo. No es una señal de debilidad, sino parte de la compleja experiencia humana. Aprender a lidiar con el dolor emocional es clave para la salud mental y el bienestar, y nos recuerda que, al igual que el dolor físico, puede sanar con el tiempo, el apoyo adecuado y el autocuidado.

MARCO LEGAL Y SITUACIÓN ACTUAL DE LA ENFEMERÍA DE ANESTESIA EN ESPAÑA

En España no hay ninguna reglamentación específica con respecto a las funciones y responsabilidades de la enfermería en el ámbito de la Anestesiología, y la falta de regulación hace difícil la conceptualización de estos roles de enfermería de práctica avanzada (EPA) a semejanza de otros países por lo que, en la actualidad, se enmarcan en un paradigma de competencias variable. Esto se debe a la falta de un contenido postgraduado de especialidad (excepto para las especialidades ya reconocidas (ej: matronas, enfermería de salud mental…)), a razones presupuestarias y porque se ha fomentado la polivalencia de la enfermería en detrimento de su capacitación específica.

UNA FIGURA QUE HA IDO “MADURANDO”

Pero, aunque pasados los años no ha existido ninguna evolución normativa y nos encontramos en la misma situación, se ha avanzado y progresado paulatinamente en la mejora de la visibilidad y potenciación del importante rol que ejerce la enfermería en la sociedad:

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  1. A principios del 2000, y coincidiendo con un aumento de la demanda sanitaria y la superespecialización y alcance de la anestesiología, empezaron a surgir programas de formación postgraduada en anestesia para enfermería y, en la actualidad, diferentes universidades españolas ofrecen formación de postgrado con titulación de máster en el ámbito de la Anestesia, Reanimación y Terapéutica del Dolor. Nosotros, desde Sedalux, concienciados en la importancia de la formación reglada, también creamos nuestro propio Curso de Experto en Enfermería de Anestesia.
  1. A partir de 2012, las competencias y funciones en España de las enfermeras de anestesia fueron definidas por la Asociación Española de Enfermería de Anestesia, Reanimación y Terapia del Dolor (ASEEDAR-TD), en sintonía con las definidas por la International Federation of Nurse Anesthetists (IFNA) porque existen un gran número de enfermeras que trabajan en el ámbito de la anestesia coincidiendo con el rol de una enfermera especialista o EPA.
  1. El cambio conceptual de la Anestesiología a Medicina Perioperatoria ha llevado a la aparición de nuevas oportunidades para la enfermería de anestesia en España, que no sólo representan una ayuda para el anestesiólogo, sino que conllevan una práctica avanzada de la profesión que permiten diferenciar estos roles de los propios de la enfermería quirúrgica.
  2. La morbimortalidad, el envejecimiento de la población, el incremento de la esperanza de vida, el incremento en la demanda asistencial, así como el desarrollo de la tecnología y la expansión de las áreas de trabajo de los anestesiólogos, entre otros factores, han dado lugar al incremento de la demanda de actos anestésicos y ha llevado a la sobrecarga de trabajo del especialista médico. Con una formación acorde a las necesidades existentes y dirigida a complementar la función del anestesiólogo, la enfermera de anestesia se convierte en parte integrante de un equipo que consigue mejorar la seguridad del paciente. El estudio Minessota en EE.UU. comparó los resultados y costes entre las anestesias realizadas por enfermería de anestesia solos o por anestesiólogos. Este estudio halló una mortalidad más alta cuando las anestesias las realizaban enfermero/as, pero los mejores resultados se obtuvieron cuando los anestesiólogos trabajaban en equipo con enfermería. Estos datos se confirmaron posteriormente y han fomentado el uso del término Anesthesia Team o “equipo de anestesia”, un modo de trabajo que se está implantando en EEUU y tiene defensores en Europa, en base a que “cuatro ojos ven más que dos”, dicho popular que hace alusión a que el trabajo en equipo entre médico y EPA otorga cuidados más seguros y optimiza la asistencia al aportar una mayor efectividad en el diagnóstico de situaciones irregulares, eventos adversos o complicaciones durante la anestesia y con ello brindar mayor seguridad al paciente.

ESPECIALIDAD SIN RECONOCIMIENTO, PERO CON COBERTURA LEGAL

Pero es que, la enfermera de anestesia, rol que aun existiendo en nuestro país desde hace años carece de reconocimiento legal y formación acreditada, aporta una asistencia colaborativa en diferentes ámbitos al anestesiólogo que no está exenta de cobertura legal.

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Según la Ley de Ordenación de Profesiones Sanitarias (LOPS) (BOE Ley 44/2003 de 21 de noviembre), en su artículo 9 de “Relaciones interprofesionales y Trabajo en Equipo” viene a dar cobertura jurídica al “equipo de anestesia” y dice en sus puntos 3 y 4: 

3.- Cuando una actuación sanitaria se realice por un equipo de profesionales, se articulará de forma jerarquizada o colegiada, en su caso, atendiendo a los criterios de conocimientos y competencia, y en su caso de titulación, de los profesionales que integran el equipo, en función de la actividad concreta a desarrollar, de la confianza y conocimiento recíproco de las capacidades de sus miembros y de los principios de accesibilidad y continuidad asistencial de las personas atendidas. 

4.- Dentro de un equipo de profesionales, será posible la delegación de actuaciones, siempre y cuando estén previamente establecidas dentro del equipo las condiciones conforme a las cuales dicha delegación o distribución de actuaciones puede producirse. Condición necesaria para la delegación es la capacidad para realizarlo por parte de quien recibe la delegación, capacidad que deberá ser objetivable, siempre que fuere posible, con la oportuna acreditación.

Por tanto, atendiendo a lo establecido en la citada LOPS se substrae que la actuación de enfermería en el ámbito de la anestesiología debería regirse por los siguientes principios: 


  1. Su actuación nunca será autónoma, trabajando siempre bajo la delegación y supervisión de funciones por un anestesiólogo.
  2. Deberá poseer una formación específica para las tareas encomendadas, que será objetivable y con la consiguiente acreditación. Esta formación deberá proveer de conocimientos y entrenamiento en el manejo de la vía aérea (principal causa de complicación en las sedaciones fuera de quirófano), en fisiología respiratoria y cardiovascular, en monitorización y en farmacología, sin entrar en las disquisiciones de qué fármacos se deben emplear y cuáles no, siempre que el personal esté entrenado en el uso de los mismos. El debate debe quedar circunscrito al de garantizar la seguridad, independientemente del fármaco y de quién lo utilice.

De tal manera, existe un marco legal adecuado para promover el cambio hacia la normalización y potenciación de los equipos de trabajo multidisciplinar, imprescindibles para desarrollar la “nueva anestesia” llamada Medicina Perioperatoria, a la vez que contamos con la experiencia positiva en otros países que avalan el funcionamiento de esta dualidad.

En nuestras manos queda luchar por definir aún más las competencias, trabajar cada día por una formación adecuada y desarrollar un plan para compartir tareas, creando una situación de interés mutuo entre enfermera y anestesiólogo con tal de llevar la anestesia al siguiente nivel.

¿ANESTHESIA TEAM? LA IMPORTANCIA DE TRABAJAR EN EQUIPO

La Anestesiología actual es muy distinta a la de hace 40 años, como también lo es la profesión de Enfermería, pero en cambio el modelo organizativo no ha cambiado mucho desde entonces. Se han abierto nuevos frentes en el trabajo de los anestesiólogos: la universalización de los programas de cirugía mayor ambulatoria, la valoración preanestésica de todos los pacientes, las Unidades del Dolor Agudo (atención en plantas de hospitalización del dolor postoperatorio) y las Unidades de Dolor Crónico, las Unidades de Recuperación PostAnestésica cada vez más complejas por el tipo de pacientes y que incorporan en su objetivo la recuperación postoperatoria más rápida (fast track), la mayor proliferación de procedimientos diagnóstico-terapéuticos que requieren sedación anestésica, la analgesia epidural obstétrica para todas las mujeres, el papel del anestesiólogo en las anestesias locales con vigilancia monitorizada, etc.

La realidad socio-sanitaria en la que vivimos nos empuja a plantear nuevas formas de organización interna de los equipos de anestesiólogos y también de la enfermería que comparte con nosotros las tareas de cuidados clínicos de los pacientes con respecto al total de procedimientos y servicios anestésicos.

LA NECESIDAD DEL CAMBIO

Los anestesiólogos debemos liderar este cambio y proponer soluciones que adecuen un volumen de trabajo con diferentes intensidades y complejidades atendido por un equipo con distintas competencias que no se base en la estructura de un anestesiólogo para cada anestesia. En algunos casos pueden ser necesarios dos anestesiólogos y, en otros, parte del proceso puede ser delegado. La propuesta de un “anesthesia team o equipo de anestesia” que incluya anestesiólogos, enfermería especializada y/o asistentes formados, dirigido por el responsable del Servicio de Anestesiología que asigne las diferentes tareas según los distintos niveles de formación y competencias parece lo más razonable; y la formación, en este caso, es una de las claves para que los anestesiólogos podamos delegar en la enfermería parte de nuestras tareas actuales.

UNA FORMACIÓN CON LA QUE DESPERTAR EL INTERÉS

Con el objetivo de visibilizar y potenciar la ayuda experta que puede brindar la Enfermería de Anestesia al campo de la Anestesiología y la ilusión de aportar al cambio del paradigma actual, nace este Curso de Experto en Enfermería de Anestesia, que pretende acercar a todos los graduados en enfermería una disciplina, muchas veces incluso desconocida para ellos, con tal de sentar unas nociones básicas de conocimiento y despertar el interés por una formación ampliada de postgrado en el ámbito de la Anestesia, Reanimación y Terapéutica del Dolor.

DOLOR NEONATAL ¿FICCIÓN O REALIDAD?

Durante años ha existido la creencia de que el recién nacido percibe menos el dolor y lo tolera mejor debido a su inmadurez biológica. También se pensaba que la incapacidad de los niños para verbalizar sus sentimientos y expresar su dolor era sinónimo de incapacidad para experimentarlo y recordarlo.

A esto hay que añadir que en los niños a menudo la respuesta al dolor no difiere de otras respuestas, como el miedo y el estrés, ante otras situaciones no dolorosas.

Por ello, no era extraño escuchar por muchos profesionales de la salud frases como: “En la infancia se experimenta menos dolor”, “Los neonatos no recuerdan la experiencia del dolor”, “Los niños no pueden localizar o describir su dolor” o incuso “El dolor ayuda a construir el carácter”.

PERO ERA TODO LO CONTRARIO.

SON MÁS SENSIBLES AL DOLOR CUANTO MÁS PEQUEÑOS SON


Actualmente existen datos suficientes para afirmar que el neonato es capaz de sentir dolor. Desde antes de la 28 semana de gestación, el feto ha desarrollado los componentes anatómicos, neurofisiológicos y hormonales necesarios para la percepción del dolor, pero con un inconveniente que los hace aún más vulnerables; y es que muchos mecanismos inhibitorios (con los que conseguimos “tolerar el dolor” o mitigarlo de manera fisiológica) no se desarrollarán hasta varias semanas o meses después del nacimiento, lo que implica que frente a un mismo estímulo doloroso los recién nacidos tienen una respuesta más intensa al dolor que los niños mayores y los adultos, y eso es porque hay un menor umbral del dolor a menor edad gestacional.

Además es posible que tengan una concentración más alta de receptores de sustancia P. Poseen un umbral de excitación y sensibilización más bajo, lo que conlleva mayores efectos centrales con los estímulos nociceptivos. Estos factores parecen ser los responsables de que la sensación dolorosa sea más severa en niños que en personas adultas. 

CONSECUENCIAS DEL DOLOR NO TRATADO EN EL RECIÉN NACIDO

La prevención del dolor en estos niños es importante no sólo por motivos éticos, sino también por sus consecuencias a corto y largo plazo.

A corto plazo, experimentan aumento del catabolismo (y del consumo de oxígeno), de la tensión arterial, de la presión intracraneal y de las hormonas del estrés (catecolaminas, cortisol, glucagón); que junto a la disminución de la saturación de oxígeno y la secreción de insulina (que condicionan un incremento del nivel de glucosa que puede ser nocivo para el encéfalo inmaduro) condicionan un mayor riesgo de daño neurológico y un aumento de la susceptibilidad a infecciones, por la depresión del sistema inmune derivada del estrés.

A largo plazo, hay estudios que sugieren que las experiencias dolorosas en edad temprana pueden desencadenar respuestas afectivo-funcionales exageradas a experiencias dolorosas posteriores, y contribuir a alteraciones en el desarrollo neurológico (con alteraciones del sueño, del comportamiento y en el desarrollo cognitivo y del aprendizaje).

TRATAMIENTO DEL DOLOR NEONATAL

Son muchos los estímulos dolorosos agudos, con frecuencia recurrentes, que se realizan durante el cuidado del RN con fines diagnósticos o terapéuticos (extracción de sangre, canalización de vías,...), procedimientos de cuidado (colocación de sondas, cambios posturales, retirada de cintas adhesivas) o exploraciones. Los neonatos que se encuentran en la incubadora, además de la capacidad de percibir el dolor, son capaces de reconocer el sufrimiento, la ansiedad y el miedo. Por lo que debemos tener claro que es absolutamente necesario su tratamiento.

Hay una serie de medidas no farmacológicas (preventivas, ambientales y conductuales) que pueden proporcionar una analgesia adecuada en el dolor de intensidad leve, y que incluso usadas junto con analgésicos potencian su eficacia. Sin embargo, hay ocasiones en las que estos recursos son insuficientes y hemos de recurrir a las medidas farmacológicas. Los fármacos más utilizados son los anestésicos locales, opioides y analgésicos antiinflamatorios no esteroideos. Por otro lado, hay situaciones estresantes y no dolorosas para el neonato, en las que el tratamiento adecuado es la sedación y no la analgesia. 

“MAKE PAIN VISIBLE AND MAKE PAIN MATTER”

Aunque en los últimos años ha aumentado el interés por el dolor en el período neonatal las medidas para prevenir el dolor en el recién nacido sólo se aplican en un porcentaje bajo de casos. Al igual que en otros aspectos de los cuidados del recién nacido, continúa habiendo un gran abismo entre lo que se sabe y lo que se hace. La sensibilización, tanto del sistema nacional de salud como de la sociedad, son fundamentales para lograr que las estrategias de prevención y tratamiento del dolor en el recién nacido se integren en las rutinas clínicas diarias.

Desde Sedalux queremos visibilizar el problema del dolor infantil y hacer que importe. Pero no sólo eso: vamos a lucharlo y actuar de forma proactiva, integrada y global, con tal de lograr un mejor abordaje del dolor en todas sus distintas vertientes: prevención, detección y tratamiento; para así mejorar su atención a todos los niveles.

¿ANESTESISTA o ANESTESIÓLOGO?

Aunque "anestesista" y "anestesiólogo" se utilicen de manera indistinta en muchos contextos e incluso el Diccionario de la Real Academia Española de la lengua considere válido emplear ambos sustantivos como sinónimos, en el lenguaje médico y entre los especialistas en Anestesiología y Reanimación se prefiere hacer una distinción entre ambos términos.

De acuerdo con la Sociedad Española de Anestesiología, Reanimación y Terapéutica del Dolor (SEDAR), anestesiólogo es aquel que ha llevado a cabo la carrera de Medicina general y que posteriormente se ha especializado en esta rama completando un periodo de formación especializada M.I.R. en anestesiología, manejo del dolor y cuidados intensivos perioperatorios (o “reanimación”). Con el término anestesista, en algunos países como España, igualmente se usa este término para referirse a un médico especialista en anestesiología; sin embargo, en muchos otros lugares con zonas hispanohablantes (América y Latinoamérica) se designa con este término a otro tipo de personal sanitario [enfermeros (nurse anesthetist), técnicos (technician) o asistentes (anaesthesiologist assistant)] que ejercen la anestesia sin titulación médica, habitualmente bajo la supervisión de médicos anestesiólogos.

De manera que, aunque parezca algo confuso, en estas zonas los anestesistas suelen trabajar bajo la supervisión de un anestesiólogo y ese es el motivo por el que nuestra sociedad profesional, la SEDAR, prefiere que se emplee el término anestesiólogo para referirse a los médicos especializados.

Por otra parte, cabe añadir que en la actualidad se considera en desuso el término anestesiador, empleado en el siglo XIX y hasta la primera mitad del siglo XX, que hacía referencia a quienes administraban la anestesia durante las intervenciones quirúrgicas, por lo común practicantes, estudiantes de medicina o médicos con formación autodidacta.