DOLOR NEONATAL ¿FICCIÓN O REALIDAD?

 

Durante años ha existido la creencia de que el recién nacido percibe menos el dolor y lo tolera mejor debido a su inmadurez biológica. También se pensaba que la incapacidad de los niños para verbalizar sus sentimientos y expresar su dolor era sinónimo de incapacidad para experimentarlo y recordarlo.

A esto hay que añadir que en los niños a menudo la respuesta al dolor no difiere de otras respuestas, como el miedo y el estrés, ante otras situaciones no dolorosas.

Por ello, no era extraño escuchar por muchos profesionales de la salud frases como: “En la infancia se experimenta menos dolor”, “Los neonatos no recuerdan la experiencia del dolor”, “Los niños no pueden localizar o describir su dolor” o incuso “El dolor ayuda a construir el carácter”.

PERO ERA TODO LO CONTRARIO.

SON MÁS SENSIBLES AL DOLOR CUANTO MÁS PEQUEÑOS SON


Actualmente existen datos suficientes para afirmar que el neonato es capaz de sentir dolor. Desde antes de la 28 semana de gestación, el feto ha desarrollado los componentes anatómicos, neurofisiológicos y hormonales necesarios para la percepción del dolor, pero con un inconveniente que los hace aún más vulnerables; y es que muchos mecanismos inhibitorios (con los que conseguimos “tolerar el dolor” o mitigarlo de manera fisiológica) no se desarrollarán hasta varias semanas o meses después del nacimiento, lo que implica que frente a un mismo estímulo doloroso los recién nacidos tienen una respuesta más intensa al dolor que los niños mayores y los adultos, y eso es porque hay un menor umbral del dolor a menor edad gestacional.

Además es posible que tengan una concentración más alta de receptores de sustancia P. Poseen un umbral de excitación y sensibilización más bajo, lo que conlleva mayores efectos centrales con los estímulos nociceptivos. Estos factores parecen ser los responsables de que la sensación dolorosa sea más severa en niños que en personas adultas. 

CONSECUENCIAS DEL DOLOR NO TRATADO EN EL RECIÉN NACIDO

La prevención del dolor en estos niños es importante no sólo por motivos éticos, sino también por sus consecuencias a corto y largo plazo.

A corto plazo, experimentan aumento del catabolismo (y del consumo de oxígeno), de la tensión arterial, de la presión intracraneal y de las hormonas del estrés (catecolaminas, cortisol, glucagón); que junto a la disminución de la saturación de oxígeno y la secreción de insulina (que condicionan un incremento del nivel de glucosa que puede ser nocivo para el encéfalo inmaduro) condicionan un mayor riesgo de daño neurológico y un aumento de la susceptibilidad a infecciones, por la depresión del sistema inmune derivada del estrés.

A largo plazo, hay estudios que sugieren que las experiencias dolorosas en edad temprana pueden desencadenar respuestas afectivo-funcionales exageradas a experiencias dolorosas posteriores, y contribuir a alteraciones en el desarrollo neurológico (con alteraciones del sueño, del comportamiento y en el desarrollo cognitivo y del aprendizaje).

TRATAMIENTO DEL DOLOR NEONATAL

Son muchos los estímulos dolorosos agudos, con frecuencia recurrentes, que se realizan durante el cuidado del RN con fines diagnósticos o terapéuticos (extracción de sangre, canalización de vías,...), procedimientos de cuidado (colocación de sondas, cambios posturales, retirada de cintas adhesivas) o exploraciones. Los neonatos que se encuentran en la incubadora, además de la capacidad de percibir el dolor, son capaces de reconocer el sufrimiento, la ansiedad y el miedo. Por lo que debemos tener claro que es absolutamente necesario su tratamiento.

Hay una serie de medidas no farmacológicas (preventivas, ambientales y conductuales) que pueden proporcionar una analgesia adecuada en el dolor de intensidad leve, y que incluso usadas junto con analgésicos potencian su eficacia. Sin embargo, hay ocasiones en las que estos recursos son insuficientes y hemos de recurrir a las medidas farmacológicas. Los fármacos más utilizados son los anestésicos locales, opioides y analgésicos antiinflamatorios no esteroideos. Por otro lado, hay situaciones estresantes y no dolorosas para el neonato, en las que el tratamiento adecuado es la sedación y no la analgesia. 

“MAKE PAIN VISIBLE AND MAKE PAIN MATTER”

Aunque en los últimos años ha aumentado el interés por el dolor en el período neonatal las medidas para prevenir el dolor en el recién nacido sólo se aplican en un porcentaje bajo de casos. Al igual que en otros aspectos de los cuidados del recién nacido, continúa habiendo un gran abismo entre lo que se sabe y lo que se hace. La sensibilización, tanto del sistema nacional de salud como de la sociedad, son fundamentales para lograr que las estrategias de prevención y tratamiento del dolor en el recién nacido se integren en las rutinas clínicas diarias.

Desde Sedalux queremos visibilizar el problema del dolor infantil y hacer que importe. Pero no sólo eso: vamos a lucharlo y actuar de forma proactiva, integrada y global, con tal de lograr un mejor abordaje del dolor en todas sus distintas vertientes: prevención, detección y tratamiento; para así mejorar su atención a todos los niveles.

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